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ROL DE LAS ONGs
Las ONGs u organizaciones no gubernamentales juegan un papel muy importante en la promoción del programa, en el estudio de nuevos enfoques para encarar las diferentes problemáticas y son el nexo entre el gobierno y los vecinos.
Las entidades protectoras de animales aportan su conocimiento y manejo de los animales y a la vez, son las primeras interesadas en el éxito de un programa de control ético de la fauna urbana. Estas entidades suelen ser las guardianas de la calidad del servicio, por su trato con los vecinos, sugiriendo, educando y aportando tiempo al programa.
En particular, la Asociación Amigos del Centro Municipal de Sanidad Animal y Zoonosis de Almirante Brown, controla la gestión, ayuda con la labor de los voluntarios, y acompaña al gobierno, toda vez que se trata de un programa orientado hacia la vida y no hacia la muerte. Se puede dar un servicio municipal de excelencia cuidando a la vez los recursos: esto es posible gracias a las ONGs, que colaboran allí donde se necesita. Este vínculo es provechoso para ambas partes: el Estado cuenta con voluntarios, y las ONGs cuentan con un marco legal para ayudar en el control ético de la fauna urbana.




AYUDANDO AL ESTADO
Estos son los ejércitos de voluntarios a los que nos referimos. Son los que hacen la diferencia entre las viejas ideas y esta nueva estrategia.
Esta gente apoya este tipo de programas, únicamente porque se trata de UN PROGRAMA ORIENTADO HACIA LA VIDA.
ESTA GENTE NO DARÍA UN SOLO PASO SI EL PROGRAMA ESTUVIERA ORIENTADO HACIA LA MUERTE.

INDICADORES INDIRECTOS: EL ÉXITO DEL PROGRAMA

El éxito de un programa de estas características, debería ser idealmente observado de forma directa con censos. La dificultad en acometer acciones de este tipo en municipios grandes hace que no sea viable logística o económicamente.
Por ello es que los indicadores del éxito son indicadores indirectos. A medida que se avanza en el tiempo, se observa un menor número de animales en celo, hembras preñadas, cachorros abandonados, animales accidentados, y a la vez una baja en la tasa de personas mordidas. Estos programas cuentan con un apoyo tal de la ciudadanía, que rápidamente las nuevas generaciones captan y son educadas bajo la premisa de un Estado solidario, que soluciona problemas, y que por supuesto, lo hace de un modo ético. No se debe naturalizar la muerte y el dolor, nuestros niños deben crecer al amparo de un Estado que cuida la vida hasta las últimas consecuencias.
Lo primero que tenemos que tener claro es que ser "eutanásico" no es sólo matar animales con las propias manos, sino también justificar o avalar que otros lo hagan. Y éste es el riesgo de transitar esos viejos caminos recorridos por muchas entidades "protectoras" que sirvieron (consciente o inconscientemente) tanto para avalar lo que se hacía en esos entes públicos (matar perros y gatos) como para avalar lo que no se hacía (castrar en forma masiva, gratuita, sistemática y extendida, y proveer servicio veterinario).
En Rosario existe la Ordenanza que prohíbe sacrificar animales (que se logró gracias a la presión y al trabajo de las entidades rosarinas que no colaboraban con el antirrábico mientras allí se siguiera matando). Por eso, no sólo no se mata, sino que trabaja cada vez con mayor intensidad en las castraciones masivas, para lograr el objetivo de controlar la superpoblación de perros y gatos. Y en lo que ahora se llama I.Mu.S.A. (Instituto Municipal de Salud Animal, el ex antirrábico) se da servicio de salud para los animales.
Por eso enfatizamos la importancia de informarse correctamente, porque si no, nos quedamos con la impresión de que –por ejemplo- Rosario funciona así desde siempre, o que funciona así porque el cambio lo iniciaron autoridades que estaban interesadas en los animales, y no fue así. Si bien las autoridades actuales quieren que las cosas funcionen bien, y –de hecho- le dan gran impulso a la tarea, esto no comenzó siendo así. No fue fácil, pero se logró. Y sigue habiendo dificultades (especialmente por la presión del Colegio de veterinarios) pero están firmes.
En el Centro Municipal de Sanidad Animal y Zoonosis de Almirante Brown también se trabaja en esa dirección. También allí la entidad protectora local logró (no transando, y teniendo claros los objetivos) que se aprobara la Ordenanza que prohíbe matar animales y que obliga al ente estatal a realizar el control de la superpoblación a través de las castraciones masivas, tarea que están intensificando día a día. Y también existe la voluntad y decisión política de las autoridades del Dpto. Ejecutivo de cumplirla.
Nada de esto se hace en los lugares donde quieren seguir matando, castrando cifras irrisorias que jamás lograrán controlar la superpoblación, y descargando en la gente y en las ONGs las responsabilidades que le competen al Municipio. Las experiencias de Rosario y Almirante Brown dejan claro que a los funcionarios (desde el Intendente hasta el jaulero) no los necesitamos "sensibles", sino que lo que se necesita es que hagan lo que deben hacer. Pero para que lo hagan es indispensable que las entidades protectoras tengan claros los objetivos, no transen y no confundan su rol.
Indudablemente, es importante salvar a algunos (aunque no querríamos estar en los zapatos de alguien que –por colaborar con estos lugares- se vea en la situación de oficiar de Poncio Pilatos, subiendo o bajando el pulgar según "corresponda"). Pero no creemos que uno pueda quedarse con la conciencia tranquila sabiendo que mientras se está salvando a algunos, se está avalando la muerte de los demás, haciéndoles el trabajo más fácil a los verdugos.
Por supuesto, comprendemos (porque la compartimos) la desesperación que embarga a todos frente a la certeza de que se van a matar animales. Pero esa desesperación debe conducirnos a conseguir que no se mate más a ninguno, y no podemos pasar por alto que cuando se ingresa en ese laberinto de complicidades, el camino conduce a que –eternamente- se pueda seguir salvando sólo a algunos.
Quienes se consideran no-eutanásicos no deben incursionar en situaciones que inexorablemente se transforman en complicidad, por lo que llamamos a reflexionar a quienes estén involucrados en este tipo de situaciones para que modifiquen su accionar. Pero si decidieran no modificarlo, comprendan que no pueden seguir considerándose ni presentándose ante nadie como "no- eutanásicos".

LIMITAR EL SERVICIO SEGÚN UN CRITERIO DE INGRESOS ATENTA CONTRA EL ÉXITO DEL PROGRAMA
Queremos llegar al objetivo de lograr un equilibrio entre la población de perros y gatos y la cantidad de hogares en condiciones de recibirlos. Para que eso sea posible, las castraciones deben realizarse en forma masiva, siendo la gratuidad del servicio un factor fundamental para conseguir esa masividad. Y, en la situación económica de la mayoría de la gente, la imposibilidad de pagar servicio veterinario privado no sólo abarca a las personas de bajos recursos sino a muchos otros sectores.
No obstante, es evidente que dirigir el servicio a toda la población no significa que todos lo van a requerir. Sin duda, la mayoría de las personas que pueden pagar honorarios privados seguirá yendo a los consultorios privados. Y es cierto que probablemente va a haber casos puntuales de alguna persona que, aun teniendo dinero para recurrir al servicio privado, no esté dispuesta a pagar y requiera el servicio público, y es importante comprender que hay que dárselo. Primero, porque tiene derecho, por ser un contribuyente. Pero además, porque es obvio que si a esa persona (que si no está dispuesta a pagar, no va a ir a un consultorio privado) se le negara la prestación, toda la Comunidad se verá afectada por las consecuencias de que ese animal no haya sido esterilizado.
Otra razón para enfatizar que el servicio debe ser para todos es que establecer esta clase de restricción supone exigirle a la persona una demostración de que es carenciada (un “certificado de indigencia”, por ejemplo), lo que –además de ser inadmisible por humillante- implica una odisea burocrática interminable y aún más costosa.
Y por último, porque son innumerables las experiencias (nacionales e internacionales) que demuestran que las restricciones de este tipo conducen a cualquier programa al fracaso porque sólo sirven para desalentar la utilización del servicio, que es exactamente lo contrario de lo que se necesita.
Ésta debe ser, entonces, una política de Estado. Y eso incluye: difundir los beneficios de la esterilización quirúrgica, efectuar las acciones en lugares y horarios accesibles, informar cuándo y dónde se realizan, y hacer conocer a la población su derecho a utilizar el servicio. Porque, como en toda acción de prevención, no se logran resultados si se deja a la gente librada a sus habilidades detectivescas para conseguir la información.

 
   
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